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El abecé del bloqueo económico a Cuba

El bloqueo o embargo, dependiendo de en cuál orilla del estrecho de la Florida estés, ha vuelto a estar en el ojo de la tormenta, después de las jornadas de protestas en la isla. Tras 60 años de implementadas las sanciones desde Estados Unidos, cabe preguntar cuál o cuáles son sus objetivos y si éstos han dado resultado.

Al poco tiempo del triunfo de la Revolución cubana en 1959, la isla experimentó profundos cambios en su matriz política, económica y social. Las sanciones de Washington contra la isla provocaron en respuesta la expropiación de ingenios azucareros y otras empresas, lo cual, a su vez, generó más reacción y medidas de bloqueo por parte de EEUU.

El 19 de octubre de 1960, bajo la administración de Dwight Eisenhower (1953-1961), comenzó la prohibición de exportaciones de bienes desde territorio estadounidense hacia la isla, a excepción de alimentos y medicinas.

Un año después, como corolario de la Crisis de los Misiles, el presidente John F. Kennedy (1961-1963) perfeccionó el bloqueo económico como lo conocemos hoy, al expandir las sanciones a las importaciones de productos cubanos hacia los Estados Unidos a través de la aprobación por parte del congreso de las Actas de Asistencia Extranjeras, el 3 de noviembre de 1961.

Los años soviéticos

En esta primera etapa de sanciones se sumó el aislamiento diplomático por parte de casi toda América Latina, con la expulsión de Cuba de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en 1962.

Frente a este panorama, la relación económica de Cuba con la Unión Soviética y el bloque socialista daría sostén a las primeras décadas de proyecto revolucionario en la isla.

«En realidad, fue una reinserción casi total en la economía mundial. Un sostén, un balance de poderes, en el cual la hostilidad del primer poder mundial fue en alguna medida compensado por el que era, en ese momento, el segundo poder en el balance histórico de lo que fue la guerra fría», sostiene el académico cubano-estadounidense Arturo López-Levy, entrevistado por Sputnik.

Estados Unidos y los Gobiernos de la mayoría de los países latinoamericanos, con la digna excepción de México, habían roto relaciones con Cuba. La inserción de la isla, en el mundo poscolonial, con la fundación del Movimiento de Países No Alineados, en el cual Cuba juega un papel muy importante, permite que más allá de un sistema regional como la OEA, que se le cierra, Cuba tenga una participación muy activa y una relación de primer nivel con el tercer mundo que se levanta y con el segundo mundo detrás de la llamada cortina de hierro.

«Eso es lo que yo creo que pasó en los primeros treinta años, sin esos treinta años no hubiese podido llegar a lo que llegó, ni a dónde ha llegado después Cuba para sobrevivir las políticas del bloqueo», afirmó López-Levy, académico de la Holy Names University.

1991, la caída del campo socialista y el período especial

López-Levy considera «de un simplismo absurdo» el argumento de los que consideran que Cuba no tuvo bloqueo durante 30 años por esta relación privilegiada con el bloque soviético.

Después del colapso del campo socialista en 1991, Cuba queda en una situación muy difícil, empieza la búsqueda de nuevos socios, y el bloqueo adquiere una nueva lógica de una manera muy oportunista.

Si antes se aducía como justificación al bloqueo, la alianza con la URSS, el apoyo a las guerrillas latinoamericanas, la presencia de Cuba en África, todos estos argumentos quedan de lado.

Desde ese momento, se coloca como el principal argumento a favor del bloqueo el tema de los derechos humanos. «No es que eso nunca haya estado presente, pero siempre había tenido una posición muy secundaria, y terciaria, en la relación bilateral Cuba – EEUU», sostiene López-Levy.

El período especial y la Ley Helms-Burton

En la dura década de 1990, cuando Cuba quedó huérfana sin el apoyo soviético y afloraron las grandes dificultades económicas de la década conocida en la isla como período especial, Washington se endureció y proclamó medidas extraterritoriales con mayor fuerza y vigor.

La Ley Torricelli, del 23 de octubre de 1992, promulgada bajo la administración del presidente George H. W. Bush (1989-1993), buscó prohibir a los barcos que entren a puertos cubanos, con propósitos comerciales, tocar puertos de Estados Unidos o en sus posesiones durante los 180 días siguientes a la fecha de haber abandonado el puerto cubano.

Posteriormente, se avanzó en el recrudecimiento de sanciones durante la administración del presidente Bill Clinton (1993-2001), con la promulgación de la Ley Helms-Burton en 1996, que recrudece sanciones hacia el comercio de Cuba con terceros países y el libre desplazamiento de personas de ambas nacionalidades.

El bloqueo, en esta ocasión, se transforma: ya no es para castigar la permanencia de un sistema comunista, socialista o de economía planificada en la isla, sino para ser «un vehículo para las aspiraciones de un grupo en el sur de la Florida, y en la derecha norteamericana, particularmente del senador segregacionista de extrema derecha, Jesse Helms, de castigar a Cuba», por el solo hecho de que se atrevió a «desafiar el lugar subordinado que en esa visión, le toca en el sistema internacional, bajo órbita norteamericana en el hemisferio occidental», argumenta López-Levy.

La relación con Europa, China y los Gobiernos progresistas latinoamericanos

Lo anterior, converge también con una Unión Europea más asertiva, que ya había empezado a desarrollar sus propios intereses en el tema cubano, particularmente dentro de la comunidad iberoamericana de naciones a partir de la cumbre de Guadalajara en 1992, que permite que la idea de un aislamiento a Cuba no fructifique y se inauguren relaciones con países europeos como España, en el ámbito turístico de la isla, principalmente.

El inicio del siglo XXI, restauró paulatinamente las relaciones comerciales con China y Rusia en menor medida, y luego, el apoyo de los Gobiernos progresistas latinoamericanos de Hugo Chávez en Venezuela (1999-2013), Evo Morales en Bolivia (2006-2019), Rafael Correa en Ecuador (2007-2017), Lula da Silva en Brasil (2003-2010) o Néstor Kirchner en Argentina (2033-2007), fueron factores que, a criterio de López-Levy, le han permitido sobrellevar el bloqueo en los últimos 30 años tras la desaparición de la URSS.

«Yo creo que esas son las razones por las cuales Cuba es capaz de sobrevivir. Llena de errores, pero en un contexto de verdadero asedio por parte de los Estados Unidos», puntualiza el profesor.

Ensañamiento contra Cuba

«Lo que han hecho con Cuba, no lo han hecho hacia ningún otro país, incluso con países con los que tienen crisis nucleares como Corea del Norte», dice López-Levy, y explica que en el caso cubano se ha ido mucho más lejos en las sanciones que con otros países.

Hay características que se repiten con otros países sancionados económicamente por Estados Unidos tales como Irán, Rusia, Venezuela o Corea del Norte.

La no excepción de comercio humanitario es un ejemplo. Naciones Unidas logró establecer como parte de la política hacia el Irak de Saddam Hussein un programa que se llamaba Petróleo por Alimentos. Cuba y otros países que están sometidos a un régimen de sanciones comprensivas o abarcadoras, no tienen esa posibilidad.

«En el mejor de los casos, se permite una venta de alimentos que no es un comercio. No se permite que Cuba venda productos en los Estados Unidos, e incluso ponerlos en una cuenta bajo control de Naciones Unidas. Ni siquiera los criterios más complejos adoptados por el Consejo de Seguridad en un caso de posguerra, entre 1991 y la guerra ilegítima de Irak en 2003, han sido aplicados a Cuba», sostiene López-Levy.

El asedio económico también afecta el libre tránsito de personas: «A Cuba no se puede viajar libremente, si usted es norteamericano y tiene una visa cubana. Si eso ocurre, por ejemplo, con Corea del Norte o con zonas de extremo conflicto, el Departamento de Estado simplemente le recomienda no viajar allí, pero si usted decide viajar no hace nada ilegal. El único lugar ilegal para visitar es el caso de Cuba», añadió.

Biden: en medio de la pandemia, ni un segundo de piedad

En el tema de Cuba, el actual presidente Joe Biden ha sido una gran decepción en sus primeros seis meses. En medio de una pandemia y teniendo una coyuntura muy favorable para escuchar las sugerencias del secretario general de la ONU, António Guterres, ha perdido la oportunidad de, al menos, suspender las sanciones que tienen un impacto humanitario terrible.

Esta administración «ha agudizado el daño que se hace no solo al pueblo cubano, sino al prestigio que pudiese tener un acto de simple humanidad del presidente en un momento en el que cada minuto cuenta para salvar vidas. En ese sentido, le digo que, ha sido una gran decepción», agregó el académico.

El bloqueo, ¿una excusa?

Este argumento, en primer lugar, «no ve al bloqueo en su propio mérito como violador de los derechos humanos de los cubanos y los norteamericanos, independientemente de si el Gobierno cubano lo usa como excusa o no».

En segundo lugar, «si algo fuese, en la visión de los que quieren promover cambios en Cuba, los que quieren promover los derechos humanos, si para quienes el bloqueo es fundamentalmente una excusa, no cabe otra postura ética y racional que pedir su desmantelamiento total inmediato», finalizó el académico cubano-estadounidense.

López-Levy criticó a su vez aseveraciones como la de Érika Guevara Rosas, directora de Amnistía Internacional para América Latina, «que repitió el argumento del bloqueo como una excusa para el Gobierno cubano, parecen un sin sentido», afirmó López-Levy.

«El énfasis desde una organización de derechos humanos, comprometida con el pueblo de Cuba, es no tratar ese tema con cortapisas alguno. Sin ningún tipo de consideración a lo que EEUU proclama como sus ideales», opinó el profesor.

Por Álvaro Roslik
Con información de Sputnik

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