La población del planeta se reducirá notablemente para 2100, afirma un nuevo estudio del Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Washington. Los expertos, consultados por Sputnik, analizan cómo esta reducción afectará a la región de América Latina y el Caribe.
Según el estudio, Latinoamérica y el Caribe tendrán su punto de población más alto en 2055, con 715 millones de habitantes, y se reducirá hasta los 575 millones para 2100.
«Cualquier descenso de un quinto de la población generaría una situación dramática, los problemas más graves que serían la caída de la actividad por el desplome del consumo, la escasez de mano de obra y las dificultades para financiar los fondos de pensiones», señala Guillermo Oglietti, doctor en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y subdirector del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).
Por otro lado, según el analista, «habría aspectos positivos, como que se aliviaría la factura ambiental y, como ha sucedido cada vez que hubo abruptos cambios demográficos, los ingresos de las familias mejorarían en el corto plazo al menos».
Oglietti observa que actualmente el tamaño de la población mundial está llegando a niveles que entran en conflicto con la sustentabilidad de la humanidad por los daños ambientales que provoca.
Al mismo tiempo, el experto señala que el modelo del estudio «basa sus predicciones en proyecciones de la tasa de mortalidad, la tasa de fertilidad y las migraciones y no tiene en cuenta un sinnúmero de interacciones y devenires que seguramente alterarán esta trayectoria».
Según el analista, el modelo prevé que la población de América Latina evolucionará con una curva de campana, que tendrá su pico en 2055. Pero al finalizar 2100 la población será aproximadamente la misma que la actual, un poco menos de 600 millones de habitantes.
«Así que no se trata de una reducción entre ahora y el año 2100, sino de un aumento del 23% de la población hasta 2055 y un descenso desde entonces hasta fin de siglo del 19%».
En este contexto, «las medidas tienen que dirigirse más a estabilizar la población, es decir, a moderar su crecimiento entre la actualidad y 2055, que a enfrentar un incierto y futuro desplome de la misma. Además, estabilizando la población se evitaría el potencial desplome demográfico que se iniciaría a partir de 2055, según el IHME».
Mientras tanto, la experiencia europea ha demostrado es una gran dificultad para cubrir su bache demográfico. Los gobiernos optan por los flujos migratorios como factor determinante del crecimiento de la población.
«A mi entender, la inmigración no es una solución duradera a los problemas demográficos por los rechazos que genera en la población nativa cuando es masiva y permanente», comenta Oglietti en referencia a la incapacidad para asimilar los inmigrantes socialmente.
La clave, para el analista, podría pasar por aumentar la tasa de actividad de las mujeres en el mundo del trabajo.
Su opinión la comparte la Dra. en Economía Patricia Pozos Rivera, profesora en la UNAM, quien considera importante que las mujeres se puedan incorporar al mercado laboral en equidad de condiciones que los hombres, que se generen condiciones para que las mujeres puedan acceder a la educación y al trabajo sin tener que sacrificar la maternidad, ya que ahora no hay facilidades para poder ser madre y desarrollarse profesionalmente. Según la analista, se debe asegurar que las mujeres no pierdan sus trabajos por estar embarazadas.
De acuerdo con Pozos Rivera, la escasez de personas en edad de trabajar, es decir, la escasez de fuerza de trabajo es un grave problema económico en el contexto del capitalismo.
«Desde la perspectiva de la Economía Política, la riqueza es producto del trabajo humano. El trabajo es la capacidad que tienen los humanos de transformar la naturaleza para la generación de todos los satisfactores necesarios para mantenerse con vida, y Karl Marx en su libro El Capital, demuestra de manera científica que las máquinas no generan nuevo valor ni riqueza, solo transfieren su propio valor al nuevo producto final que producen», explica.
La experta observa que los países desarrollados como Estados Unidos, Alemania y Francia, han logrado mantener una estrategia laboral con el fenómeno de la migración laboral internacional.
«Los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos han ayudado a conservar la cantidad de población económicamente activa que necesita su mercado laboral para conservar el crecimiento de su economía, y también el exceso de trabajadores ha mantenido a la baja los salarios, eso también permite convertirlos en trabajadores desechables», constata.
La analista señala que México es un país subdesarrollado y dependiente de la economía estadounidense.
«El hecho de que deje de crecer su población indica, por un lado, que hemos perdido en la actualidad toda posibilidad de aprovechar nuestro bono demográfico y Estados Unidos fue quien aprovechó a la juventud excedentaria que tuvimos y que pronto dejaremos de tener», lamenta.
Por otro lado, si deja de crecer la población mexicana, y sigue existiendo su demanda en el mercado laboral estadounidense, Estados Unidos seguirá siendo una economía poderosa hacia el año 2100.
«Seguirá la migración, y eso es un mal escenario para México porque va a tener una base laboral muy por debajo de la necesaria para soportar a una población no económicamente activa, por un lado, por la migración, y por otro lado porque habrá menos trabajadores», analiza Pozos Rivera.
En términos de desarrollo económico tampoco es muy alentador, pues México «no tendrá la cantidad de trabajadores que permitan mantener a una población dependiente y menos para impulsar un desarrollo, por lo que será difícil trascender el subdesarrollo».
Algo que puede ser positivo, según la experta, es que, si los trabajadores son menos de los que necesita el mercado laboral, el salario podría aumentar, aunque en el capitalismo eso es casi imposible, porque por ejemplo se puede contratar a migrantes.
Las medidas que podrían tomar los países de la región es, en primer lugar, tratar de impedir que su población actual siga migrando, sugiere Pozos Rivera.
Al comentar el caso de México, la analista opina que sería bueno que el Gobierno se comprometiera a dar oportunidades laborales y educativas a los jóvenes para que no tengan que ser absorbidos por la demanda laboral estadounidense, además de garantizar los derechos de las mujeres.
Con información de Sputnik