OPINIÓN

Sueños, realidades y contradicciones: Verónica Delgadillo aspira a la alcaldía de Guadalajara

En un salón repleto de figuras públicas, empresarios y seguidores, la senadora Verónica Delgadillo dejó caer el velo de la discreción y se proclamó candidata a la alcaldía de Guadalajara. Dicha declaración viene engalanada por su documental «Lo que Soñamos», un ejercicio propagandístico que, aunque bien logrado, abre más preguntas que respuestas.


Delgadillo trae consigo un curriculum digno de atención: diputada local, federal, senadora y actual vicepresidenta del Senado. Sus credenciales la pintan como una figura política de peso; sin embargo, la política no se juega en el currículum sino en el campo de batalla que son las calles de la ciudad que aspira a gobernar y que hace años no recorre conociendo y resolviendo los problemas reales de los jaliscienses.


El documental que acompañó su anuncio no es sino una pintura rosada de los años de Movimiento Ciudadano al frente de la administración local. ¿Es Guadalajara realmente la utopía que el material audiovisual sugiere? La realidad dista mucho de ser ese oasis de gobernabilidad y seguridad.


La senadora habla de sueños, un territorio peligroso para cualquier político. Soñar es gratis, pero gobernar cuesta. Y cuesta caro. Más aún cuando Guadalajara enfrenta desafíos complejos que van desde la inseguridad hasta problemas de infraestructura y movilidad, sin olvidar las patrullas a sobreprecio que compró Pablo Lemus, la crisis de agua sucia que reciben en sus casas los habitantes, ni la basura en sus calles que el camión de Caabsa Eagle no recoge.


Delgadillo asegura que se rodeará de expertos en distintas materias. Pero, ¿qué ha estado haciendo el equipo que la ha acompañado en sus anteriores cargos? Y que hasta ahora no han dejado UNA sola cosa trascendente que se le recuerde.


No basta con rodearse de expertos si la toma de decisiones no se traduce en beneficios palpables para la ciudadanía.


La senadora marca un hito al apuntar a ser la primera mujer en gobernar Guadalajara. No cabe duda de que la representatividad femenina es necesaria en todos los ámbitos del poder, pero esta no debe ser la única credencial. Los desafíos de Guadalajara necesitan de un liderazgo firme, más allá del género.


Así que, antes de que el sueño se convierta en una posible pesadilla, sería prudente que Delgadillo y su equipo ofrezcan algo más que buenos deseos y declaraciones empapadas de optimismo. Porque gobernar no es soñar; es transformar realidades, algo que el pueblo de Guadalajara, tanto en sus luces como en sus sombras, necesita desesperadamente.


Los sueños, señora senadora, son solo el inicio. El camino está lleno de retos y Guadalajara requiere de respuestas claras y efectivas. Que no se quede todo en el terreno onírico.

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