Fue el peor año de los últimos 120 para la economía de América Latina y el Caribe. Fue malísimo y podía haber sido peor.
Cuando la pandemia irrumpió en la región, a fines del primer trimestre, las medidas de restricciones a la movilidad de las personas, el freno de gran parte de la producción y los diferentes niveles de confinamiento, según los países, el derrumbe estimado del Producto Interno Bruto era de 10,0%.
El último cálculo ofrecido por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indica que la contracción será de 7,7%.
Una u otra cifra, más o un poco menos terrible, revela que esas economías fueron las más golpeadas por la pandemia. Todos los continentes están registrando caídas importantes de la actividad y de indicadores sociolaborales. Pero ninguno supera a las de América Latina y el Caribe.
América Latina y el Caribe (33 países): proyecciones de crecimiento, 2020
Las perspectivas de recuperación en 2021, con el supuesto de vacunas efectivas y masiva inoculación en la población, son también más débiles.
La CEPAL estima una tasa de crecimiento de 3,7%, debido principalmente a un rebote estadístico que, sin embargo, no alcanzará los niveles de actividad prepandemia.
Si bien el crecimiento de 3,7% proyectado será mayor que las tasas a las que la región ha venido creciendo en los últimos años (0,3% en promedio en el sexenio 2014-2019), esto será en gran parte resultado del efecto arrastre o rebote estadístico y no será suficiente para borrar lo perdido en 2020.
«La recuperación del PIB precrisis será lenta y se alcanzaría recién hacia el año 2024», señala en el informe de la CEPAL.
América Latina y el Caribe (33 países): proyecciones de crecimiento, 2021
Crisis mundial
A nivel global, 2020 ha sido un año caracterizado por una fuerte crisis sanitaria y económica y por una elevada incertidumbre derivada del desconocimiento sobre la dinámica y la evolución de la pandemia.
En este año se espera la mayor contracción del PIB mundial desde 1946, como consecuencia de una caída generalizada de la actividad económica tanto en las economías desarrolladas como en las emergentes.
En los casos en que la actividad no se ha contraído, como en China, se ha registrado una marcada desaceleración del crecimiento.
La crisis ha desencadenado una caída fuerte del comercio internacional, intensas fluctuaciones de los precios de los bienes primarios y una elevada volatilidad en los mercados financieros.
Además, las medidas de confinamiento adoptadas en la gran mayoría de los países para contener el avance de la pandemia han repercutido significativamente en el turismo y actividades vinculadas como la aviación comercial y el servicio de restaurantes y hoteles.
La interrupción de ciertas actividades productivas y comerciales ha tenido entonces un fuerte impacto sobre los mercados laborales, y con ello ha afectado la capacidad de los migrantes para enviar remesas a sus países de origen.
Todos factores que castigaron con mayor virulencia a América Latina y el Caribe.
Raíces estructurales
Si bien los importantes esfuerzos fiscales y monetarios realizados por los países han permitido mitigar los efectos de la crisis, las consecuencias económicas y sociales de la pandemia han sido exacerbadas por los problemas estructurales que la región arrastra históricamente.
«La dinámica del crecimiento en 2021 está sujeta a una alta incertidumbre relacionada con el riesgo de rebrotes de la pandemia, de la agilidad para producir y distribuir las vacunas y de la capacidad para mantener los estímulos fiscales y monetarios para apoyar la demanda agregada y a los sectores productivos», explicó la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.
Como se mencionó, si se comparan diferentes indicadores sanitarios, económicos, sociales y de desigualdad, América Latina y el Caribe es la región más golpeada del mundo emergente.
Las debilidades y brechas estructurales históricas de la región, su limitado espacio fiscal, la escasa cobertura y acceso a la protección social, la elevada informalidad laboral, la heterogeneidad productiva y la baja productividad son centrales para entender el alcance de los efectos de la pandemia en la región, sus dificultades para implementar políticas que mitiguen estos efectos y los desafíos de una reactivación económica sostenible e inclusiva.
Empleo
En cuanto al mercado laboral, la CEPAL espera una tasa de desocupación del 10,7% en promedio para 2020, acompañada de una fuerte caída de la participación de la fuerza de trabajo respecto al nivel de 2019.
Si los niveles de participación hubiesen permanecido igual que el año pasado, la tasa de desocupación habría superado el 18%.
Las medidas de confinamiento y de distanciamiento social han hecho que el empleo informal se vea más perjudicado que el formal, lo que ha provocado que bajen los indicadores de informalidad, en contraste con lo que suele ocurrir en crisis de origen económico.
La pérdida de puestos de trabajo ha afectado en mayor proporción a los grupos vulnerables: informales, jóvenes, personas de menor nivel de educación formal, mujeres e inmigrantes.
Específicamente, se dio una mayor caída de la ocupación entre las mujeres, que se retiraron en mayor medida del mercado laboral para asumir tareas adicionales de cuidado en sus hogares.
La OIT estima que la reducción de ingresos de los trabajadores fue de 10,1% del PIB regional.
«Esto evidencia los graves problemas de subsistencia de muchos hogares, el significativo debilitamiento de la demanda interna y la urgente necesidad de mantener y ampliar las medidas para apoyar a estos hogares», describe el informe de la OIT.
Materias primas y remesas
Para América Latina y el Caribe, la disminución de precios de los productos básicos se tradujo en menores precios de las exportaciones, sobre todo en los países exportadores de hidrocarburos (-19%). En tanto, los exportadores de productos agroindustriales y mineros enfrentaron una caída más leve (-3%).
Los volúmenes exportados se contrajeron en todos los subgrupos, ya que la crisis internacional redujo la demanda externa.
El giro de fondos de migrantes a sus países, que son un componente clave en la balanza de transferencias, también ha tenido un comportamiento heterogéneo entre los países.
En México, principal economía receptora de remesas (concentra más de un tercio del total de los flujos recibidos), hasta agosto crecieron 9% en relación al mismo período del año anterior. También han aumentado en Jamaica (18%), la República Dominica (11%), Nicaragua (9%), Guatemala (4%) y El Salvador (1%).
Por el contrario, en otros países las remesas han disminuido: El Estado Plurinacional de Bolivia (-26%), Perú (-22%), Paraguay (-16%), Costa Rica (-10%), Ecuador (-10%), Honduras (-2%) y Colombia (-1%).
Políticas activas
El documento de la CEPAL enfatiza que para evitar que la región persista en su dinámica de bajo crecimiento se requiere de políticas fiscales y monetarias expansivas. Plantea la necesidad de priorizar las siguientes medidas:
El gasto para la reactivación y transformación económica y social mediante el fomento de la inversión intensiva en empleo y ambientalmente sostenible en sectores estratégicos.
La extensión del ingreso básico a personas en situación de pobreza.
El otorgamiento de financiamiento a micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES).
La entrega incentivos al desarrollo productivo, revolución digital para la sostenibilidad y tecnologías limpias.
La universalización de los sistemas de protección social.
Las políticas macroeconómicas activas serán cruciales para que, con posterioridad al rebote de 2021, la región logre dinamizar su crecimiento más allá de lo que ha sido su desempeño en los últimos años.
Sin estas medidas activas, el retorno a los niveles de actividad económica anteriores a la crisis podría demorar varios años. Los cierres de actividad y las restricciones de movimiento de personas han provocado la destrucción de la capacidad productiva, con altos costos sociales, como el aumento del desempleo, la pobreza y la desigualdad.
2021
Las proyecciones para el año próximo están sujetas a cambios, dada la incertidumbre que existe en torno a la evolución de diversos factores el próximo año, entre los que se destacan estos dos:
Se supone que en 2021 comenzará el proceso de vacunación en la región, y, en este sentido, se estima que el impacto económico de las vacunas sobre el crecimiento se produzca a partir de la segunda mitad de ese año.
El supuesto implícito en las proyecciones es la continuación de una política monetaria expansiva por parte de las bancas centrales de las principales economías, que garantice la disponibilidad de liquidez en dólares a nivel mundial e impulse el crecimiento global.
El retiro temprano de esos estímulos, así como de la política fiscal expansiva, podría truncar la recuperación de las grandes economías, lo que tendría un impacto negativo en la región a través del comercio y los demás canales de transmisión de los shocks externos.
A nivel de la región, también se espera que permanezcan los estímulos monetarios y fiscales. De lo contrario, se corre el riesgo de que la recuperación quede trunca.
Con información de Sputnik