María Martha murió en la tarde de este lunes 23 de marzo de 2020 en un hospital de la colonia Roma de la Ciudad de México. La respuesta de las autoridades sanitarias en su caso fue narrada a Sputnik por su hija Tania.
A pesar de ser una paciente de riesgo que había regresado a México desde Europa el 16 de marzo, se la envió a su hogar sin mayor tratamiento. La prueba que confirmó al SARS-CoV-2 como causante de su fallecimiento llegó en el momento justo para ser incluído en su certificado de defunción, cuya difusión en redes sociales trajo a la familia una lluvia de agravios que los acusaban de «hacerle el juego a la derecha».
Habiendo recibido este hostigamiento digital que buscó desprestigiarlos por dar a conocer públicamente el caso de su madre, la familia de María Martha pidió a Sputnik un relativo anonimato para este relato que proteja a esta familia que ha tenido que vivir un torbellino de sucesos en muy poco tiempo, con la misma rapidez que el virus actuó contra la salud de su madre.
A partir de su vivencia como una de las primeras familias en ser afectadas por esta pandemia mortal en México, la entrevistada sostuvo que existe una actitud de minimización de la pandemia y falta de respuesta por parte de los poderes, así como de los hospitales privados.
«Si hemos decidido contar nuestro caso es porque esta no es una lucha para una familia o para mi madre, es por el bienestar de todos», dijo Tania en entrevista.
El regreso a México: 16 de marzo de 2020
Viajar a Europa era el sueño de toda la vida de esta mujer que acababa de cumplir 61 años a fines de enero. «Mi familia se encontraba en Italia cuando el Gobierno italiano decretó la restricción de movilidad en el país», explicó Tania, para comenzar a narrar el relato.
Como ya no había forma de salir por Italia, hicieron un largo camino por tierra hasta llegar a España. Desde Madrid llegaron a México con en el vuelo 6403 de la compañía Iberia que aterrizó en al aeropuerto internacional Benito Juárez de la Ciudad de México, el lunes 16 de marzo de 2020.
«Mi padre recuerda que la sala de desembarco del avión era como el metro Pantitlán en hora pico (una de las terminales de metro de la ciudad, radial de transportes a toda la zona conurbado, un lujo de caos urbano) incluso tiene fotos de dónde se recogen las maletas que se ve lleno, dónde hubo contacto cuerpo a cuerpo entre la gente y la mayoría de las personas que desembarcaron no traían tapabocas o algo que contuviera su secreción salivar, salvo mi familia y algunos más», explicó la fuente.
Señaló que para ellos la sorpresa fue mayúscula al salir de una Europa horrorizada y llegar a la Ciudad de México sin que se les indicara ninguna medida para impedir el contagio o para detectar, atender o dar seguimiento a ese cúmulo de pasajeros de alto riesgo, que venían de un continente con alto riesgo de infección.
Para esa fecha ya existían 82 casos confirmados del virus en México y las recomendaciones oficiales seguían reducidas a indicar a la población un adecuado lavado de manos, la permanencia en casa a las personas con padecimiento respiratorios y acudir al médico si se tenía fiebre de más de 38 grados y síntomas de gripe.
Ese día, el Gobierno anunció que todavía no era momento de tomar medidas drásticas en la población local y que las clases del sistema educativo se interrumpirían una semana después porque los casos aún eran «importados» del extranjero
El problema que refleja el caso de María Martha es que por parte del Gobierno no se estaba tomando medida de recaudo respecto a la gente que seguía entrando entonces a México proveniente de Europa. «No hubo ningún control epidemiológico con esa población de alto riesgo», señaló la fuente.
«No creo que esa negligencia sea un problema de infraestructura, de falta de capital humano, ni siquiera creo que sea por la falta de tecnología. Es cuestión de voluntad política, de no tomar la pandemia en serio y tomar acciones para proteger a la población», dijo Tania a Sputnik.
Tres días más tarde, se registró al primer fallecido en la capital, un hombre de 41 años que había sido diagnosticado el 9 de marzo y permanecía internado en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), tras apenas diez días de convalecencia.
COVID-19 y su rápido proceso de deterioro
Cuando María Martha comenzó a sentirse mal y tuvo fiebre el día de su regreso, su familia pensó inmediatamente en la COVID-19, aunque ella no presentara exactamente la sintomatología descrita en la información oficial.
«Como mi madre tenía tos con flema y no le tenía falla respiratoria aún, creímos que al no cumplir con las especificaciones, no iba a ser aceptada en los centros de atención públicos», explicó la fuente. Buscaron entonces en la lista de los establecimientos certificados por el Gobierno Federal para atender esta emergencia, vieron uno que garantizaba los resultados de la prueba en 24 o 48 horas y que la misma costaba en el entorno de los tres mil pesos mexicanos (unos 130 dólares).
Se fueron al hospital ABC, el martes 17 de marzo. El resultado positivo la familia recibió siete días después, cuando la paciente ya había fallecido.
Resultado de prueba de SaRS-Сo-V del hospital ABC que la familia de María Martha recibió después de su fallecimiento
«Allí le abrieron una pequeña historia clínica, la atendió una doctora, le pusieron oxígeno durante el par de horas que estuvo en observación y nos cobraron 25.000 pesos por eso [más de un mil dólares]», relató.
El problema no fue el costo, sino que no se le brindó atención médica en ese momento en que todavía el virus no había atacado fuertemente el bienestar de Martha. Su familia esperó los resultados hasta el viernes 20, cuidándola en casa ellos mismos.
«En ese transcurso ella se sentía muy cansada, con flujo nasal, tos con flema pero no tuvo fiebre hasta el sábado 21, en que llamamos a Locatel», explicó.
Este es el número público gratuito habilitado para hacer consultas de salud y reportar a la autoridad pública casos graves.
«Nos dijeron que la mantuviéramos sola aislada en un cuarto para evitar el contagio con el resto de la familia y ofrecieron enviar a unos médicos a hacer una prueba, que nunca llegaron», explicó Tania.
Aunque veían el avanzado deterioro en la salud de la madre en esos días, no tenían aún la confirmación de que se trataba de la COVID-19, y eso era otro motivo de desconcierto sobre cómo tratar su salud sin perjudicarla ni acelerar la condición que tuviese.
Sola, la familia buscó la manera de atender la salud de la madre enferma.
«No llegaron los servicios médicos prometidos y conseguimos un aparato para medir el nivel de oxígeno y un tanque. Eso logró frenar, no detener, la falta de oxigenación que tenía mi mamá pero muy rápido empezó a requerir más y más en dos o tres horas, según pudimos medir», explicó.
Buscaron otro рospital privado, ahora el Ángeles, en la colonia Roma de la Сiudad de México a dónde llevaron a María Martha el sábado 21 por la noche. Allí fue diagnosticada de «neumonía viral» aunque sin origen conocido, lo que reafirmó la hipótesis de la COVID-19, que cinco días después de la toma de la prueba en el hospital ABC seguía sin enviar la confirmación.
En el Ángeles, se le hizo una segunda prueba de coronavirus y se le empezó el tratamiento retroviral que recomienda la Organización Mundial de la Salud para estos casos, pero para entonces su salud decayó rápidamente, entrando en un estadio más agudo que la envió a terapia intensiva.
Resultado de prueba de SaRS-Сo-V del hospital Ángeles, emitido el 23 de marzo cuando María Martha aún estaba viva
«El lunes 23 pudimos hablar con ella en la mañana, tenía problemas para respirar pero hablaba; para el mediodía ya no podía hablar pero estaba consciente y empezó a quedarse dormida por la falta de aire. La última vez que le hablamos ya no nos respondió y le dijimos que la amábamos, que la queríamos y que íbamos a salir de esta», dijo Tania.
María Martha murió a las 5:28 de la tarde de ese lunes 23 de marzo, siete días después de haber llegado a México y buscado atención médica por primera vez.
Agresión ante la denuncia pública del caso
El resultado emitido por el Hospital Ángeles de la segunda prueba que se le practicó a María Martha el sábado 21 de marzo, llegó en el momento en que el médico tratante estaba redactando su certificado de defunción. Esa coincidencia fue la que hizo que el documento indique que el motivo de su muerte es la COVID-19 y no una «neumonía viral» como indicó el primer diagnóstico.
«La familia empezó a recibir ataques por redes sociales ante la publicación de la muerte de mi mamá, muchos nos desacreditaban y decían que en México no había ningún muerto por coronavirus, nos decían cosas como que le tomáramos fotos al cuerpo de mi madre para probar que estaba muerta», señaló Tania.
«Pienso que si no hubiera llegado el resultado de esos análisis antes de que se hiciera el acta de defunción no se hubiera asentado eso, y nosotros no tendríamos ninguna prueba para defender que mi madre murió por ese virus», agregó.
Explicó que las ofensas anónimas incluían acusarlos de ser «gente de la derecha» que busca «desestabilizar al Gobierno y que sólo estábamos buscando dinero, muchos comentarios lesivos contra nuestra dignidad como personas y nuestra imagen», explicó.
En la familia hay otros integrantes contagiados, hay aún testeos por hacer a otras personas que estuvieron cerca de María Martha durante esta rápida semana, así como un nuevo frente de preocupación se ha abierto ante la posibilidad de que se trata de «falsos negativos», como lo clasificó, entre su familia.
«¿Cómo es posible que si el virus se transmite por la saliva, a su esposo le dé negativo?», se preguntó Tania. La respuesta podría ser que no se detecte aún la carga viral en el cuerpo o que las pruebas realizadas estén dando resultados falsos.
«No estamos abatidos, estamos decididos a no quedarnos callados y que la muerte de mi madre no sea ocultada, a no permitir que más mexicanos mueran. Esto ha sido un trauma complejo y prolongado, que continúa para todos nosotros», explicó la joven que no supera los 35 años.
«Sentimos el apoyo y la solidaridad de miles de personas y pedimos a quienes vivan esto que no se callen, que busquen la salud de sus familias porque todos tenemos derecho a ella. Todos tenemos derecho a ser atendidos y a organizarnos para enfrentar este virus en mejores condiciones, en todo sentido», concluyó.
Con información de Eliana Gilet. Sputnik Mundo