
Blog
Auditores de papel, Estado de humo

Es curioso cómo algunas instituciones en México no necesitan enemigos: se bastan solas. La Auditoría Superior del Estado de Jalisco —esa maquinaria oxidada que debería vigilar los dineros públicos como perro de presa— se desploma a pedazos mientras juega a que hace su trabajo. Dos renuncias clave, una estructura que se desangra en silencio y un relevo anunciado como si fuera el final de temporada de una telenovela institucional. Todo suena a lo de siempre: un desastre con membrete oficial.
Primero se bajó del barco José Antonio Delgadillo Madera, Director de Responsabilidades. Quince años de experiencia no se tiran a la basura de un día para otro sin motivo. Delgadillo no huyó, se deslizó por la puerta trasera como lo hacen los que saben lo que se cocina adentro: podredumbre, arreglos, simulación. Su cargo no era menor; era el que olía las cuentas podridas de los municipios. ¿Qué vio? ¿A quién ya no quiso cubrirle la espalda?
En su lugar dejaron a Diego Alfonso Ramos Villarreal, un nombre sin rostro, sin currículum, sin historia verificable en la página oficial. En la ASEJ, donde uno pensaría que la transparencia es religión, el nuevo guardián de la legalidad aparece como un fantasma administrativo. ¿Quién lo puso ahí? ¿Quién lo encubre? Porque aquí no se trata de nombramientos: se trata de complicidades.
Y luego, con la delicadeza de una bomba de tiempo, se fue el encargado de la Dirección Administrativa, Diego Rafael Zepeda Pérez. Otro Diego, otra sombra. No era ni director formal, solo «encargado de despacho», una figura que suena a pretexto burocrático para colocar fichas sin pasar por controles. ¿Su pecado? Ocupa un cargo para el que, según rumores —esos que siempre tienen nombre pero nunca apellido—, no cumplía los requisitos legales. Lo están investigando, y eso en la ASEJ es casi milagroso. No por el hecho de investigar, sino porque alguien al fin se atrevió a abrir los cajones donde se guarda la mugre.
El Órgano Interno de Control ahora dice estar escarbando. Pero escarbar en esta institución es como rascar un vertedero: no se busca oro, se intenta encontrar a qué profundidad empieza la descomposición. Y mientras eso pasa, los pasillos huelen a miedo. Se repite una frase como rosario laico: “más vale irse a tiempo”. La huida preventiva como estrategia de defensa.
¿Y el relevo del Auditor Superior? Programado para el 15 de diciembre, como si ese día el reloj se reiniciara y todo el desastre anterior fuera culpa del calendario. Pero nadie se engañe: esto no es una transición. Es una purga. Lo que se mueve no es solo la silla grande, sino las redes de protección que se tejieron por años bajo su sombra.
Porque en la ASEJ, no se audita: se negocia. No se fiscaliza: se administra la opacidad. Y no se renuncia por ética: se escapa por estrategia.
¿De verdad quieren saber qué está pasando ahí adentro?
Imaginen una casa en ruinas donde los que tiraron las paredes se pelean por barrer el polvo.
Eso es Jalisco. Eso es su Auditoría.
Y eso —lamentablemente— es México.
En X @DEPACHECOS

