OPINIÓN

La vitrina naranja y el estadista incómodo

El martes 19 de agosto, Movimiento Ciudadano volvió a exhibirse como lo que realmente es: una pasarela naranja para políticos reciclados y ambiciones sin proyecto. En su plenaria para definir la ruta legislativa en Ciudad de México, ahí estaba Enrique de la Madrid, ex priista, ex precandidato presidencial, hijo de un presidente de los años tecnocráticos. Su sola presencia levantó rumores: ¿se iba a calzar los tenis fosfo-fosfo?

De inmediato aclaró en entrevista con Leonardo Curzio: no, no se va a incorporar a MC. Pero entonces, ¿qué hacía en la plenaria? Su respuesta fue clara y hasta incómoda para los emecistas: fue invitado por Salomón Chertorivski, y acudió no para ponerse la camiseta naranja, sino para abrir espacios de diálogo, construir alternativas y plantear que México requiere partidos políticos fuertes, oposición con contrapesos y consensos con la sociedad. En pocas palabras: fue a recordarles lo que significa pensar como estadista.

Mientras Enrique de la Madrid hablaba de fortalecer instituciones, de generar consensos ciudadanos y de rescatar la política del oportunismo, los emecistas en la mesa hablaban de “triplicar diputados en 2027”, de “ganar alcaldías”, de “rescatar la CDMX” como si se tratara de un eslogan de campaña. Alejandro Piña, dirigente de MC en la capital, se desgañitaba en proyectar números, mientras Chertorivski se limitaba a presumir en redes sociales la “alternativa” que representa su partido.

El contraste es brutal: un político con visión de Estado frente a un grupo que entiende la política como mercadotecnia barata. Movimiento Ciudadano se vende como “el futuro”, pero en realidad es un PRI pintado de fosforescentes, un club de ex perredistas desplazados y priistas reciclados que encontraron ahí el escaparate perfecto.

O como diría un viejo cronista, MC es “la discoteca de la política”: luces fosforescentes, ruido ensordecedor y ninguna propuesta seria.

El problema no es que Enrique de la Madrid dialogue con MC. El problema es que Movimiento Ciudadano aprovecha esa fotografía para legitimar su circo. No importa si él niega la militancia: su sola presencia sirve al guion naranja, que presume como “pluralidad” lo que en realidad es desesperación por aparecer en la boleta con un mínimo de credibilidad.

Y no hay que engañarse: MC no busca estadistas, busca influencers políticos que llenen la vitrina. Para sus dirigentes, lo importante no es construir un proyecto de nación, sino vender tenis fosfo-fosfo como si fueran ideología. En esa feria, la política se reduce a hashtags y videos en TikTok, mientras la agenda nacional sigue hundida en problemas reales.

Enrique de la Madrid, guste o no, conserva algo que se ha perdido en la política mexicana: una visión de Estado. Habla de partidos fuertes, de consensos sociales, de oposición real. Y aunque su apellido remite a un pasado tecnocrático que muchos cuestionan, en el escenario actual esa voz contrasta con el griterío vacío de los emecistas.

La plenaria de MC mostró dos caras: por un lado, un hombre que insiste en pensar a largo plazo; por el otro, un partido que reduce la política a slogans y campañas de imagen. El estadista frente al escaparate fosfo-fosfo.

La pregunta ya no es si Enrique de la Madrid se pondrá los tenis fosfo-fosfo. La pregunta es si la política mexicana podrá rescatar figuras con visión, en medio de un pantano de partidos que se disputan las sobras del electorado a golpe de marketing.

Porque mientras Enrique de la Madrid insiste en hablar de consensos y contrapesos, Movimiento Ciudadano se conforma con ser el nuevo PRI: un cascarón con luces de neón, diseñado para reciclar políticos y vender humo en envase naranja.

Al final, lo que MC llama “futuro” no es más que “el pasado disfrazado de neón”. Y ahí radica la ironía más corrosiva: que un partido de slogans necesite la sombra de un estadista para parecer serio… Aunque sea por unas horas.

En X @DEPACHECOS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *