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Propicia Itzul Barrera que Guadalajara empiece a hablarse a sí misma

El sol apenas se acomodaba sobre los ventanales del Congreso del Estado cuando, en punto de las nueve, una multitud diversa —vecinas con su libreta de apuntes, jóvenes con playeras de consignas, académicos con cara de aplicados— se reunió para lo que podría sonar a otro acto más en el largo ritual de la política mexicana. Pero no era del todo lo mismo: Itzul Barrera, diputada morenista, quería hacer lo que casi nadie hace, con esa fe que se tiene en los estrenos.
“Nosotros queremos escuchar qué le duele a Guadalajara”, lanzó desde el atril, “qué le hace falta, y queremos escucharlo de los vecinos, que son los verdaderos expertos”. La frase, que podría ser un eslogan de campaña, sonó distinta ahí, en medio de un patio colmado con representantes de más de cien colonias, con los que conocen el agujero exacto de cada bache, el foco fundido de cada esquina, el olor de la basura acumulada en cada callejón.
La escena, en apariencia sencilla, tenía su reverso simbólico: no se trataba de traer expertos de corbata ni discursos en PowerPoint, sino de dejar que el micrófono pasara por las manos callosas de quienes, en efecto, caminan sobre el pavimento roto. Y lo usaron. Uno tras otro, los vecinos desgranaron lo obvio —la inseguridad que nunca se resuelve, el agua cara y escasa, las calles hechas ruina, la basura que nadie recoge— y al decirlo, lo convirtieron en otra cosa: no queja, sino denuncia compartida.
Había invitados con nombre propio: el presidente municipal de Tonalá, Sergio Chávez; la rectora del CUCEA, Mara Robles; las académicas Deborah Sobarzo y Mónica López; diputados morenistas como Miguel de la Rosa, Tonantzin Cárdenas y Martín Franco. Pero ninguno se llevó la voz cantante. Ese era el punto.
La apuesta, anunció Barrera, es convertir este primer foro en el inicio de una serie: recoger las voces, armar con ellas un libro, llevarlo a cada colonia, hacer de esas quejas un “Proyecto Alternativo de Ciudad”. En otras palabras: transformar la esperanza en método, el descontento en plataforma. Seguir la huella de López Obrador —no lo negó—, ese mirar a los lados para construir desde abajo.
El gesto, tiene su valor. En tiempos en que la política suele suceder de espaldas a la gente, el simple hecho de abrir la puerta y ceder el micrófono se convierte en un acto disruptivo. Los que asistieron lo saben: estaban ahí no solo para escuchar, sino para hablar, proponer, decidir.
Lo que empezó en ese patio del Congreso fue, al menos por un rato, la posibilidad de imaginar una Guadalajara distinta: no la ciudad administrada por técnicos de oficina, sino la ciudad narrada por sus habitantes. El desafío, como siempre, será que esas narraciones se conviertan en algo más que literatura política.
Porque Guadalajara —esa ciudad que tanto se queja de sí misma— todavía busca su manera de escribirse. Y aquí, en este primer foro organizado por Itzul Barrera, empezó a probar con la voz de sus verdaderos autores: sus vecinos.
En X @DEPACHECOS