OPINIÓN

El madruguete legislativo que tira de la cama a Movimiento Ciudadano

Dicen en los pasillos del Congreso de Jalisco que este año el Halloween se adelantó. No por los disfraces ni las calabazas, sino por el tremendo susto que la oposición le dio al oficialismo emecista: un madruguete legislativo con forma de reforma judicial.

Una reforma que, paradójicamente, todos sabían que llegaría, pero que nadie en Movimiento Ciudadano quiso empujar a tiempo. Así, lo que debió ser una obligación constitucional terminó en una emboscada política.

En política, la omisión también es estrategia.
José Luis Tostado, coordinador de la bancada naranja, tuvo durante meses la pelota en la cancha: la Junta de Coordinación Política le pidió una y otra vez avanzar en los puntos de conflicto de la reforma judicial. Pero el diputado prefirió estirar la cuerda con el pretexto de las “tómbolas”, esa palabra que en el lenguaje parlamentario se traduce en parálisis.

No querían sorteo, decían. Pero tampoco querían moverse.

Esa dilación abrió la puerta a que Claudia Murguía (PAN), Miguel de la Rosa (Morena) y Tonatiuh Bravo (Hagamos) hicieran lo que el oficialismo no: construir un nuevo dictamen. Lo hicieron con sigilo, en reuniones discretas, y con el aval del PRI, Futuro y el PT. Cuando Movimiento Ciudadano quiso reaccionar, el golpe ya estaba dado.

El resultado: una reforma judicial sin MC, un hecho que desnuda la pérdida de control político del partido en el Congreso.

En términos legislativos, el dictamen aprobó que los jueces y magistrados sean elegidos mediante evaluación, con exámenes de conocimiento y una “tómbola” limitada solo a los casos de empate o paridad de género.

En términos políticos, la lectura es otra: la oposición le arrebató a Lemus el timón del Poder Judicial.

El gobernador había apostado por una iniciativa distinta, elaborada con el exsenador Arturo Zamora, que exigía 10 años de experiencia profesional y una metodología de evaluación estricta. Era un intento por blindar al Poder Judicial del caos que dejó la elección federal de magistrados.

Pero mientras Lemus y Zamora diseñaban un traje a la medida del profesionalismo, los diputados opositores cosían, en silencio, uno a la medida del equilibrio parlamentario.

Y aquí viene el punto de inflexión: la reforma judicial debía haberse aprobado desde marzo, no por gusto ni cálculo, sino por mandato constitucional.

La falta de voluntad política convirtió una obligación en un campo minado.

Hoy, los emecistas acusan madruguete; la oposición les responde que se les acabó el plazo legal.

El argumento técnico, en realidad, encubre una verdad política más cruda: Movimiento Ciudadano perdió la iniciativa, y con ella, el relato.

La reforma judicial no solo define magistraturas; define cuotas de poder, equilibrios futuros y controles sobre la justicia administrativa y disciplinaria.

Y aunque en el discurso todos juran buscar la transparencia, lo que está en juego es quién manda en el Poder Judicial de Jalisco:
¿el Congreso que legisla o el gobernador que gobierna?

Lo cierto es que, en política los madruguetes no existen: solo existen los dormidos.

En X @DEPACHECOS

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