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Así las corporaciones de comida chatarra agravaron el COVID-19 entre los mexicanos

Tras cuatro décadas de una invasión de productos alimenticios de bajo poder nutricional y alto poder calórico, el nuevo coronavirus ha revelado cómo las corporaciones que confeccionan y distribuyen estos alimentos en México tienen su parte de responsabilidad en que de COVID-19 se enferma una porción de población más joven que en el resto del mundo.

A diferencia de los países europeos que han concentrado la mayoría de los casos registrados de COVID-19 en las personas de tercera y cuarta edad (con más de 80 años), la enfermedad provocada por el nuevo coronavirus en México tiene una fuerte presencia en personas entre 30 y 40 años así como una «sobrerrepresentación de la mortalidad en edades más jóvenes», según el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell. De este modo la edad mediana de los fallecidos en el país se ubica en torno a los 57 años.

«Están los reportes de la Organización panamericana de la salud que mide el consumo de ultraprocesados y el índice de masa corporal y México está en primer lugar en ambos. Además están las encuestas de salud y nutrición nacionales que demuestran claramente la relación entre el aumento en el consumo de estos productos con mayor presencia de obesidad y diabetes. Sin duda, las corporaciones de comida chatarra tienen una alta responsabilidad en esta situación», dijo a Sputnik, el sociólogo Alejandro Calvillo, director de la organización civil El poder del consumidor.

Según la calculadora de riesgos presentada este 5 de mayo por el Dr. Víctor Hugo Borja, birrector de prestaciones médicas en el Instituto del Seguro Social mexicano, tener diabetes aumenta el riesgo en 2,18% de sufrir un cuadro grave al contraer COVID-19, poco debajo del 2,76% de aumento de riesgo que implica tener una enfermedad inmunosupresora. Le sigue en importancia la obesidad, que aumenta el riesgo en 1,28% y la hipertensión, en un 1,11% las tres enfermedades crónicas asociados al consumo de alimentos chatarra.

Por su parte, el consumo de tabaco aumenta el riesgo en 1,22% y la enfermedad pulmonar crónica obstructiva, lo aumenta en 1,25% y la enfermedad cardiovascular en 1,07%.

Estos factores han sido reiteradamente señalados por el subsecretario de salud, Hugo López Gatell, en sus conferencias de actualización de la información oficial sobre el nuevo coronavirus.

«Respecto a otras regiones del mundo, tenemos una mayor cantidad de casos graves en adultos jóvenes y esto es producto de la larga y grave epidemia de obesidad, sobrepeso, hipertensión y las demás enfermedades crónicas asociadas a más de cuatro décadas de mala alimentación», sostuvo López Gatell en su conferencia del día 19 de abril.

El subsecretario subrayó que está científicamente documentado que «la mala alimentación no depende sólo de la voluntad de las personas en lo que decidan comer, sino fundamentalmente de un exceso de oferta de alimentos de baja calidad, de muy alto poder calórico y bajo poder nutricional».


«Esto es lo que condiciona la dieta de las personas en México, este es el motor de la epidemia de obesidad, diabetes e hipertensión en el país», enfatizó.

Un giro de timón

Alejandro Calvillo explicó que además de los reportes diarios en México que indican a la obesidad como la segunda causa de comorbilidad asociada a muertes por COVID-19 después de la edad, han sido publicados investigaciones en China y en Estados Unidos que señalan lo mismo.

«Lo que aumenta el riesgo en México y los daños del COVID-19 es la obesidad, así como la diabetes y la hipertensión asociadas a ella. Esto tiene que ver con un cambio brutal que se ha dado que se ha dado en los últimos 30 años, de abandono de la dieta tradicional para incorporar alimentos y bebidas ultraprocesados», señaló el director de la organización civil El poder del consumidor.

Explicó que en México ha caído el consumo de maíz y frijol, que son los elementos principales de la dieta básica histórica de los mexicanos, así como se ha abandonado el consumo de cereales integrales que fueron reemplazados por el consumo de productos industrializados «que vienen en caja y se llaman cereales pero no tienen nada de cereal, sino que son harina con azúcar», apuntó Calvillo.

El Poder del consumidor es una de las organizaciones civiles principales en la pelea por establecer en México un etiquetado claro en estos productos, ya que el que existe actualmente genera confusión y oculta el daño que su consumo causa a la salud humana.

«Las grandes empresas trasnacionales han hecho en México sus mayores negocios del mundo. Aquí, Pepsi-Co tiene una de las mayores ventas de frituras en el país por habitante y Coca-Cola tiene la mayor venta de sus productos por persona. Además, tenemos a dos de las grandes corporaciones de comida chatarra: Femsa es la mayor embotelladora de Coca-Cola en el mundo y tiene a sus tiendas Oxxo […]; la segunda corporación es Bimbo, la principal panificadora industrializada del mundo», explicó Calvillo.

Según la fuente estas corporaciones han actuado de «formas perversas, cabildeando y dominando a la Secretaría de Salud y a la de Economía durante el sexenio anterior, así como a la Comisión Federal de riesgos sanitarios y las comisiones de salud del Poder Legislativo». Calvillo también apuntó que las autoridades del Gobierno actual de esas dependencias tienen otra actitud y responsabilidad con respecto a estas epidemias silenciosas para la salud pública de los mexicanos.

«Las corporaciones han tenido un poder grande en México, pero ahora están enfrentando otra situación con un grupo muy fuerte de funcionarios profesionales, comprometidos con la salud pública que no vienen de vínculos con farmacéuticas o la industria alimentaria», concluyó.


Con información de Sputnik

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