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El ladrillo por encima del bosque

En Jalisco, donde los ríos llevan más expedientes judiciales que agua, la Sexta Sala del Tribunal de Justicia Administrativa ha decidido que el urbanismo se construye en juzgados y no en mesas de planeación. El fallo que obliga a Zapopan a autorizar 17 mil viviendas más en Valle de los Molinos no solo desafía el sentido común, sino que exhibe un patrón ya conocido: cuando el dinero golpea la puerta de la justicia, ésta se apresura a abrir.
Casas Javer, vieja conocida del negocio de multiplicar casas y problemas, obtuvo así el visto bueno para urbanizar 100 hectáreas en una zona de conservación ecológica cercana al Nixticuil, pulmón verde que ahora respira con la angustia de quien ve venir el concreto. La empresa, que ya inunda la zona con 12,800 viviendas, ha sido acusada de incumplir infraestructura y abastecimiento de agua. Pero claro, la experiencia en repetir errores parece pesar más que la prudencia.
Frangie y Lemus, alcalde de Zapopan y gobernador de Jalisco, han puesto el grito en el cielo, hablando de depredadores inmobiliarios y promesas de guerra legal. Coincido: ¿qué hace un tribunal dictando cómo debe crecer una ciudad? La sentencia es un precedente peligroso: si los jueces deciden el trazo urbano, pronto la planeación se convertirá en otro accesorio decorativo de los despachos de desarrolladores.
Mientras tanto, la población local seguirá atrapada entre el tráfico imposible, el transporte deficiente y la sequía crónica, esperando que alguien recuerde que las ciudades no se levantan a punta de sentencias, sino de consensos, planeación y respeto al territorio. Aquí, el ladrillo amenaza con sepultar al bosque. Y, como siempre, la factura la paga el ciudadano.