Ah, mis queridos lectores, qué hervidero político nos ofrece Jalisco estos días. El siempre intrigante mundo de la política tapatía se vistió de naranja con el registro de Pablo Lemus como precandidato a la gubernatura por Movimiento Ciudadano. No es cualquier cosa, les digo yo.
El alcalde con licencia no se limitó a recibir su constancia y marcharse; no, señores. Se sumergió de lleno en la llamada «operación cicatriz», tarea hercúlea que requiere suturar las heridas de un partido fracturado. Lanzó halagos por doquier, desde el gobernador Enrique Alfaro —con quien, entre líneas, nunca ha compartido la estampa de un álbum de amigos— hasta su ex-contendiente Clemente Castañeda.
Sin embargo, detrás de los aplausos y las sonrisas para la foto, persiste un aire de inconformidad entre los emecistas. Es como si Lemus, al recibir el espaldarazo, hubiera abierto el baúl de Pandora de su partido. «Por qué él y no uno de los nuestros», susurran por los pasillos los militantes naranjas.
Castañeda, que hace apenas una semana era contendiente, se ausentó del registro, al igual que el gobernador Alfaro y Alberto Esquer. ¿Un mensaje sutil? Posiblemente. Pero si algo queda claro es que Lemus sabe jugar al póker político. No solo aseguró su candidatura única sino que, en un juego de ajedrez adelantado, garantizó la reelección de su fiel escudero Juan José Frangie en Zapopan.
Estamos ante una supuesta «unidad naranja», la cual, en la esquina privada del ring, se parece más a un pacto forzado que a una verdadera coalición. Y es que la unidad es como la magia: depende del ángulo desde el cual la observes.
Y así, con Guadalajara como su trampolín y sin estar afiliado a MC, Lemus se presenta como el caballero de armadura naranja dispuesto a darle continuidad al legado emecista. Se estiran las piezas en el tablero político y el juego, queridos lectores, apenas comienza. Ahora la pregunta es, ¿logrará convertir este frágil gesto de unidad en un sólido bloque para el 2024?
Esto es lo que se cocina en las profundidades de la política jalisciense. Un vistazo detrás de las cortinas naranjas. Ahí lo tienen, para que saquen sus propias conclusiones. Pero recuerden, en política nada es lo que parece. Y, en este caso, la naranja puede tener más de una capa.