OPINIÓN

Los buitres sobre el IPEJAL

Las pensiones, ese fruto del esfuerzo de toda una vida, son hoy el botín de unos cuantos. Como aves de rapiña, altos funcionarios del Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (IPEJAL) han decidido darse un festín a costa de los trabajadores y pensionados, disfrazando sus maniobras de “reorganización administrativa”. Pero no nos engañemos: aquí lo que hay es un atraco descarado al fondo de retiro de miles de jaliscienses.

El escándalo es de dimensiones mayúsculas. La creación de cuatro nuevas plazas directivas con sueldos exorbitantes y aumentos salariales que van del 10 al 64% a 9 altos mandos no tiene otra justificación que la voracidad de quienes se sienten dueños de una institución que debería estar garantizando el futuro de sus afiliados, no financiando su ambición. Siendo Juan Partida Morales, director del IPEJAL, quien se lleva el aumento del 64 % además de generar el puesto de sub – director para un elemento de su equipo cercano.   

¿Con qué lógica pueden defender estos gastos cuando el sistema de pensiones enfrenta presiones crecientes? ¿Dónde están los argumentos técnicos que expliquen cómo este dispendio contribuye al fortalecimiento del IPEJAL?

La actual administración del Instituto, compuesta por una élite que opera en la opacidad, parece haber olvidado que administra recursos que no le pertenecen. A espaldas de los trabajadores, han inflado nóminas, se han repartido sueldazos y han convertido a la institución en un aparato burocrático de beneficio exclusivo para sus amigos. No es la primera vez que se denuncian irregularidades en el manejo del IPEJAL, pero esta vez, el cinismo con el que se han ejecutado estas decisiones debería encender todas las alarmas.

El descontento sindical es legítimo. Los trabajadores y pensionados tienen razón en alzar la voz. La exigencia de auditorías externas, la suspensión de estos abusos y la rendición de cuentas no es un capricho; es lo mínimo que se debe exigir cuando se manejan fondos públicos. Pero, ¿qué probabilidades hay de que el gobierno estatal intervenga con firmeza? ¿Cuántas veces hemos visto este tipo de escándalos ser sepultados bajo una montaña de justificaciones burocráticas y promesas de revisión que nunca llegan?

Si Pablo Lemus, gobernador de Jalisco, no quiere cargar con este escándalo sobre sus espaldas, haría bien en tomar cartas en el asunto. Porque si algo ha demostrado la historia es que cuando los trabajadores se ven acorralados, saben defender lo que es suyo. Y si los buitres del IPEJAL creen que podrán devorar el fondo de pensiones sin resistencia, podrían llevarse una sorpresa.

Este es un saqueo institucional en curso.

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