El 30 de mayo, una caravana de automóviles se movilizó en Ciudad de México hacia las instalaciones de la Secretaría de Gobernación para manifestarse en contra del Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Los simpatizantes de la protesta la apoyaron en las redes con el lema #AMLOveteya y #MéxiconotequiereAMLO.
Esta iniciativa —convocada por las organizaciones Frente Nacional Ciudadano, Frente Nacional Anti-AMLO (FRENAA) y el Congreso Nacional Ciudadano— se reprodujo en los estados de Morelos, Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo. El 1 de junio, López Obrador comentó al respecto que los que participaron en la marcha están en su derecho a manifestarse.
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«La diferencia entre una dictadura y una democracia es que en la democracia hay libre manifestación de las ideas, se garantizan las libertades, el derecho a disentir, entonces no veo ningún problema, creo que así es la democracia. Nosotros mismos, ayer lo decía, propusimos la revocación del mandato, en la Constitución se establece que periódicamente, en este caso a principios de 2022 […], se va a preguntar si se quiere que continúe el presidente o que renuncie, y que el pueblo manda», enfatizó.
Expertos consultados por Sputnik subrayaron que cualquier movimiento de oposición que busque consolidarse en los próximos meses deberían apuntar a los escenarios legislativos y electorales.
«Si realmente lo que la oposición quiere es mandarle un mensaje fuerte al presidente, tendrá que pensar en los procesos electorales y de revocación de mandato en 2022. Ese sería el reto más importante para una verdadera y legítima oposición», consideró Édgar Ortiz Arellano, académico en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por su parte, Enrique Gutiérrez Márquez, director del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, dijo que este tipo de manifestaciones se explican porque actualmente el país se encuentra en un proceso de transición en el sistema político mexicano, «donde no termina de morir un viejo sistema político y sus prácticas, sus formas de ser y hacer y, al mismo tiempo, estamos ante la posibilidad de que surja un nuevo sistema político, moderno y democrático».
Pese a ello, ambos analistas coincidieron en que actualmente se vislumbra un panorama complejo para la consolidación de un movimiento serio contra López Obrador, que goza de mayoría de aprobación.
«Hemos visto que cada vez hay mayor número de movimientos que su bandera es la destitución del presidente de la república y estar en contra de todas las políticas públicas que está dirigiendo el Gobierno actual. Sin embargo, no veo la posibilidad de que alguna de éstas se consolide como una fuerza política importante para contrarrestar los efectos de las posibles acciones del Gobierno», comentó Édgar Ortiz.
Para el académico de la UNAM, esto se debe a diversos factores: la falta de cohesión entre los movimientos que se han expresado contra el mandatario, el descrédito ante la sociedad de muchos líderes de esas iniciativas o su poca presencia en la opinión pública, la defensa de privilegios o intereses muy particulares, así como su incapacidad para contrarrestar el discurso presidencial.
Sin embargo, Ortiz Arellano resaltó la falta de empatía con los problemas de la mayoría de la población como la clave para explicar la debilidad del posicionamiento de los opositores a López Obrador, que, según el academico, de momento no representan una amenaza real para el Gobierno actual.
«Tenemos un país con 60 millones de personas que viven en la pobreza y, de esas, todavía un tercio viven en extrema pobreza. La oposición no ha dado soluciones para resolver ese problema», enfatizó.
Como muestra, recordó que sus estrategias se han limitado a posicionamientos en redes sociales, muchos de los cuales no abordan o presentan soluciones a grandes problemas sociales como la pobreza.
«Tendrían que hacer un reacomodo en la comunicación política. Si vemos la manifestación del 30 de mayo, muchos no recordaremos ni siquiera lo que estaban proponiendo, pero sí sabemos que andaban en carro (evidentemente es una posición de clase) y que alguien que iba en el transporte público (evidentemente de clase media-baja, baja) les grita que quien mueve al país son los obreros», comentó.
Subrayó que para formar un frente la oposición tiene que generar un discurso que abarque todas las banderas sociales o, por lo menos, las de la mayoría porque esto sería el camino de activismo «con miras hacia el proceso electoral del próximo año, para que esta gran oposición tuviese poder en la Cámara de Diputados y, por lo tanto, en la forma de diseñar las políticas públicas».
«Sí, por un lado, hay grandes marchas y no se están reflejando en votos, entonces nos da un indicador de que, en realidad, son facciones que están defendiendo intereses muy particulares», comentó.
A su vez, Enrique Gutiérrez Márquez destacó que a los partidos políticos opuestos al Gobierno de López Obrador les falta pensar en habilitar puentes de interlocución en los escenarios políticos formales, como el Congreso.
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«No veo que en el corto plazo vaya a darse un proceso de oposición frontal hacia la presidencia y hacia Morena como partido político. Ya veremos el siguiente año hacia la elección intermedia cómo se van presentando las cosas, pero, en este momento, López Obrador y la coalición que han armado alrededor de la toma de decisiones está mucho más preocupada por sacar los proyectos prioritarios (aeropuerto, Tren Maya) que por establecer puentes de interlocución con los partidos políticos y grupos de oposición», comentó.
El académico de la Universidad Iberoamericana también subrayó que las organizaciones civiles opositoras si quieren conseguir algo deberían ir más allá de las redes sociales para consolidarse como opositores serios y responsables ante la ciudadanía.
«Es muy valioso estar en redes sociales, que las cámaras de comercio y los grupos empresariales se manifiesten en el espacio público. Pero en donde se debaten las iniciativas de ley es en los espacios legislativos. Donde se discuten estas iniciativas, las implicaciones, modificaciones, incluso con el Ejecutivo y sus Secretarías, es en el espacio legislativo. Creo que se lo han tomado muy poco en serio los grupos de oposición y están muy metidos en la parte mediática», lamentó.
Finalmente, Édgar Ortiz destacó la importancia de que los movimientos de oposición se consoliden en las democracias modernas.
«En todas las democracias sanas, la oposición al Gobierno es indispensable para evitar los abusos del poder, para denunciarlos y para hacer expresión de todos aquellos ciudadanos que, de alguna u otra forma, no se identifican con el Gobierno y sus políticas. Que la oposición ejerza su derecho a la libre expresión, a tener diferentes opiniones, y que exista en el ambiente político la tolerancia a esa expresión, es un signo de que es una democracia sana y no hay visos de regresiones autoritarias», explicó.
Jorge Cortina Montiel. Sputnik Mundo