OPINIÓN

JALISCO ACADEMY Y EL ESPEJISMO EDUCATIVO DEL PROGRESO

En política, los grandes discursos suelen tener algo de espejismo: proyectan horizontes de modernidad mientras el suelo, donde pisan los ciudadanos, sigue lleno de baches viejos. En materia educativa, el gobernador Pablo Lemus Navarro ha desplegado esta semana un espectáculo de luces llamado Jalisco Academy 2025, un congreso que, según el libreto oficial, promete colocar a los niños jaliscienses en la primera fila de la ciencia, la innovación y la tecnología mundial.

Suena bien. Como siempre, suena bien.

Pero conviene preguntarse qué hay detrás de la escenografía.

Lemus insiste en que en Jalisco “no se educa con ideologías políticas”, sino con ciencia y tecnología. Lo dice con tono de cruzado laico, intentando marcar distancia del gobierno federal y de los experimentos ideológicos de la Nueva Escuela Mexicana. No deja de ser curioso: el gobernador, que hace política todos los días, acusa a otros de politizar la educación.

La narrativa es sencilla y eficaz: Jalisco resiste la centralización, defiende su autonomía educativa y promete ser “el primer estado bilingüe del país”. Bajo ese argumento, Lemus justifica no haber entregado el sistema educativo a la Federación y anuncia una inversión de más de 5 mil millones de pesos para renovar planteles.

El discurso vende modernidad, pero en el fondo refuerza una vieja fórmula: autonomía estatal como bandera de campaña. En un año preelectoral, decir “Jalisco se educa solo” suena a preludio de una ambición más grande.

Los boletines oficiales rebosan cifras que buscan impresionar. Siete ediciones de Jalisco Academy, 81 mil participantes, 2.2 millones de visualizaciones, mil 200 ponentes de talla internacional. Números deslumbrantes, aunque poco se dice sobre la situación real de las escuelas rurales, donde aún faltan techos, baños y maestros.

La administración presume aulas digitales y clases bilingües, pero en cientos de primarias de la región Altos o la Costa Sur no hay conectividad ni infraestructura básica. La retórica tecnológica convive con aulas donde los niños comparten un solo libro.

Y es que las cifras, en manos del poder, no son prueba de éxito sino instrumento de legitimación.

El secretario de Educación, Juan Carlos Flores Miramontes, advierte que “la educación está ante un cambio sin precedentes impulsado por la inteligencia artificial”. Tiene razón, pero omite un detalle: ese cambio no se resuelve con congresos ni hashtags. Requiere presupuesto estable, capacitación constante y maestros con condiciones laborales dignas.

Mientras en el escenario se aplaude la “inteligencia colectiva”, en los tribunales laborales decenas de docentes pelean pagos atrasados o contratos eventuales. La inteligencia artificial avanza, pero la burocracia educativa sigue atada al siglo pasado.

El gobernador dice que su modelo educativo no responde a ideologías, pero su discurso tiene toda la carga ideológica del pragmatismo empresarial: eficiencia, innovación, competitividad. Palabras que podrían salir de una cumbre de CEO’s antes que de un foro pedagógico.

Regresar las Escuelas de Tiempo Completo es, sin duda, un acierto. Pero también una rectificación: esas escuelas fueron desmanteladas en el pasado sin resistencia estatal. Hoy se recuperan con sello propio, como si fueran una creación de su gobierno.

No hay duda de que Jalisco Academy se ha convertido en una vitrina internacional. Asisten ponentes de 15 países, se multiplican los talleres y los selfies académicos. Pero esa energía se disipa si no aterriza en políticas públicas medibles: reducción de la deserción, mejora en comprensión lectora, acceso equitativo a tecnología.

El riesgo es que el evento se convierta en lo que muchos ya intuyen: un foro para la autocomplacencia, donde se celebra el futuro sin mirar el presente.

Jalisco necesita más maestros en las aulas que funcionarios en los escenarios. Menos eslóganes y más presupuestos transparentes.

Porque la verdadera innovación no está en un congreso de tres días, sino en una escuela donde cada niño pueda aprender sin hambre, sin miedo y con un maestro que no tenga que marchar para que le paguen.

Esa —y no otra— es la educación del futuro que Jalisco aún no garantiza.

En X @DEPACHECOS

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