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Diputados: primero el bolsillo, luego el recato

Por años, el Congreso de Jalisco se ha vendido como una casa plural, donde los colores partidistas chocan en nombre de la democracia. Morena contra MC, PAN contra PRI, Hagamos y Futuro contra quien convenga atacar. Pero basta rascar un poco para descubrir la verdad incómoda: cuando se trata de dinero para ellos mismos, todos hablan el mismo idioma.
Hace unos días, la Comisión de Administración aprobó lo que parecía un trámite menor: el anteproyecto de presupuesto para 2026. Entre las cifras y tecnicismos, se coló un detalle que no pasó inadvertido: un aumento del 3.5% al salario de los diputados, llevándolo de 109 mil a casi 113 mil pesos mensuales.
Lo más revelador no fue la cifra, sino la unanimidad. MC, Morena, PAN, PRI, Hagamos, Futuro y PT votaron juntos. Esa rara fraternidad legislativa, que no aparece cuando se discuten hospitales, transporte o seguridad, floreció mágicamente en torno a la dieta parlamentaria.
Después, vino la segunda parte del espectáculo: la danza del arrepentimiento. El morenista Miguel de la Rosa reculó: primero apoyó, después se declaró en contra. El coordinador emecista José Luis Tostado imitó la coreografía: primero avaló el aumento, luego lo rechazó “en lo personal”, asegurando que los ingresos actuales son “suficientes y competitivos”.
Una mentira repetida en dos actos: los diputados votan a favor en comisiones y plenarios, pero cuando los reflectores de la prensa los exhiben, se disfrazan de austeros. Es la misma fórmula de siempre: aprobar en corto, negar en público.
El argumento es tan previsible como falso: que si es un “ajuste inflacionario”, que si es “parte de la proyección presupuestal”. Palabras huecas para encubrir la voracidad de una clase política que no ve contradicción entre llenarse los bolsillos y predicar austeridad en tribuna.
En realidad, lo que mostraron fue la institucionalización de la hipocresía: partidos que se desgarran las vestiduras por la transparencia o el combate a la corrupción, pero que se dan la mano bajo la mesa cuando el tema es su propio sueldo.
El ciudadano de a pie lo entiende mejor que cualquier legislador: con policías mal pagados, hospitales saturados y maestros reclamando recursos, no hay justificación para que los diputados piensen en subirse el salario.
Pero en Jalisco, la prioridad legislativa parece ser otra: blindar su bolsillo y, cuando la prensa los incomoda, fingir vergüenza.
El episodio del aumento salarial dejó claro que en el Congreso de Jalisco la verdadera coalición es la del bolsillo. Allí no hay oposiciones ni oficialismos, solo una clase política unida por la nómina y separada de la realidad.
Decía un viejo periodista que la primera mentira de un político está en su declaración patrimonial. En Jalisco, esa mentira empieza antes: en cada voto que ajusta la dieta legislativa con cargo al erario.
El pacto de bolsillo ya está firmado. Y el ciudadano, otra vez, paga la cuenta.
En X @DEPACHECOS