OPINIÓN

Sheinbaum en el Debate: Estrategia y Fortuna Frente a una Oposición Desdibujada

En el teatro de la política, los debates son esas batallas donde los gladiadores de la palabra cruzan espadas en busca de conquistar el favor del público. Y como en toda contienda, hay quienes manejan mejor sus armas. Claudia Sheinbaum, a quien los reflectores apuntaban con la intensidad reservada para los punteros, salió airosa de este duelo, un hecho que no sorprende a quienes han seguido su trayectoria con atención.

Cuidando su ventaja, como es de esperarse en quien lidera la carrera, Sheinbaum no se dejó arrastrar a terrenos pantanosos. Las provocaciones, esa vieja estrategia para desestabilizar al oponente, no encontraron eco en ella. Más bien, adoptó una táctica que, aunque ya usada, no deja de ser efectiva: reducir a su contrincante, Xóchitl Gálvez, a una etiqueta, “la candidata del PRIAN”. Una jugada que, dentro de la lógica de polarización que vivimos, parece tener su eficacia.

Sin embargo, no todo fue un despliegue de serenidad y control. Por momentos, esa aspereza y arrogancia, esa mecha corta que de pronto asoma en su carácter, se hizo presente. Afortunadamente para ella, su dominio del escenario impidió que esto decantara en un cambio de rumbo en el debate.

No obstante, la suerte también jugó a su favor, una suerte casi cómica, si no fuera por la seriedad de lo que está en juego. Frente a ella, dos opositores que parecieron olvidar las vulnerabilidades de un gobierno que, tras cinco años en el poder, deja varios flancos abiertos en temas tan cruciales como educación, salud y corrupción. La falta de insistencia, de cuestionamientos profundos y de desmentidos por parte de la oposición dejó a estos temas en la sombra, sin el escrutinio necesario.

Y ahí radica el problema central para los opositores de Sheinbaum y, por extensión, del obradorismo. Sin poner a examen estos cinco años de gobierno, sin desafiar con argumentos sólidos y críticas concretas, la oposición parece condenada a un papel secundario en estas elecciones. Es como si, en su afán por atacar, olvidaran la importancia de construir, de ofrecer alternativas creíbles y sólidas al electorado.

En resumen, Sheinbaum no solo ganó el debate; ganó también por la incomparecencia efectiva de una oposición que no supo o no quiso aprovechar las oportunidades que se le presentaron. El tiempo dirá si este será el tenor de lo que nos espera en el resto de la contienda electoral. Pero por ahora, la balanza se inclina claramente hacia un lado. Y eso, en política, es una ventaja que vale oro.

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